Inteligencia emocional Empleabilidad En los años 70, las Ciencias Sociales adoptaron un término proveniente de la Física: Resiliencia. A algunos de vosotros puede que os suene y para otros sea la primera vez que escucháis hablar de ella. Se trata de una competencia que de un tiempo a ésta parte, está siendo cada vez más mencionada y valorada en un entorno que se torna cada vez más cambiante y ambiguo. El origen de la palabra viene del Latín Resilio: Volver atrás, volver de un salto, rebotar, saltar hacia atrás, resurgir. Traducido a nuestros días sería algo así como la capacidad de mantenerse flexible y fuerte en medio de la ambigüedad y del cambio, símbolo de fortaleza, desarrollo y fortalecimiento de la persona después de un período estresante. En el entorno profesional, es una capacidad clave para ser eficaz en un contexto que se caracteriza por el cambio constante y la incertidumbre. Le permite a las personas ir más allá de la supervivencia y realmente prosperar en entornos que son complejos y dinámicos. Por tanto, no se trataría de un resistir con una actitud de resignación, sino más bien la capacidad para en las situaciones críticas y adversas por las que todos pasamos en la vida, ser capaces de aprender, incorporar esas experiencias y vivencias de manera positiva y potenciadora de nuestro propio crecimiento y no quedarnos limitados y bloqueados por el sufrimiento y la incertidumbre. Se han realizado innumerables investigaciones dónde se ha podido comprobar que hay factores que pueden promover la resiliencia y que por tanto, es una cualidad que puede ser desarrollada a lo largo de la vida. No se trata de algo que se tiene o no, sino que todos podemos ser resilientes. Dentro de los componentes más importantes a tener en cuenta dentro de la Resiliencia: Capacidad de conocerse uno mismo
Conocimiento de tú entorno:
Conexión con los recursos:
Utilizando los componentes anteriores como herramientas, debes pasar a la acción con persistencia y determinación para poder prosperar en entornos cambiantes y bajo la presión del estrés. Para trabajar y desarrollar nuestra resiliencia, podríamos identificar las formas en las que ya ponemos en práctica comportamientos y actitudes positivas y las áreas a desarrollar en éste sentido. Conocer como nos enfrentamos a los desafíos y los retos y finalmente, definir un plan de acción dónde especifiquemos que acciones adicionales podemos emprender para construir y mejorar nuestra resiliencia y así prosperar en la ambigüedad y el cambio. Estamos en fechas de buenos propósitos para el año que próximamente comienza. Creo que podríamos entre otros sueños, pensar en un objetivo a corto plazo (la próxima semana) y un objetivo a largo plazo (a cumplir en 2-3 meses) dónde nos centremos en el desarrollo de nuestra resiliencia. Por ejemplo aumentando nuestro autoconocimiento, salud y vitalidad. Identificando y poniéndonos en contacto con personas y otros recursos. Ampliando nuestro conocimiento de las tendencias futuras y de las competencias necesarias en nuestra profesión. Unos últimos consejos/pistas para afrontar la adversidad:
Concluyo éste post con un video que para mi ilustra un perfecto ejemplo de resiliencia. Espero que como a mí, no te deje indiferente y te haga reflexionar. Ver video Ana Amo Arturo Colaboradora de DICTEA Psicóloga - Consultora Senior de RRHH Mentora Empleabilidad - Coach Ejecutivo