El estrés laboral, puede definirse como la respuesta fisiológica, psicológica y de comportamiento de un individuo que intenta adaptarse y ajustarse a presiones internas y externas. Vendría dado por un desajuste entre la persona, el puesto de trabajo y la propia organización. En el estrés laboral sus desencadenantes están ligados al desempeño de una función y profesión determinada.

Cuando se produce un desequilibrio entre una situación vivenciada como una exigencia y los recursos y capacidades disponibles, aparecen la sensación de tensión y presión, como señal de alarma de que se pone en peligro nuestro bienestar.

 La mejor manera de prevenir y hacer frente al estrés es reconocer cuándo aumentan nuestros niveles de tensión y ante qué estímulos o situaciones (estresores)

 Toda situación de estrés laboral puede estar generada por:
  • Un estímulo que alerta de situaciones indeseadas.
  • Una respuesta ineficaz ante las presiones o tensiones a las que se ve sometido el profesional.
  • Un desequilibrio entre las exigencias del puesto de trabajo y las capacidades individuales.

Cuando el estrés llega a prolongarse en el tiempo, puede dar lugar al burnout o síndrome del profesional quemado, produciendo undesgaste y agotamiento personal. Puede considerarse por tanto como un trastorno adaptativo crónico.

Este trastorno se caracteriza por:
  • Despersonalización: desarrollar sentimientos y actitudes negativas hacia los compañeros de trabajo, produciendo inhibición, distanciamiento e incluso aislamiento, hostilidad y conflictos personales.
  • Inadecuación profesional y baja autoestima: desvalorización del rol profesional que desempeña, insatisfacción con la realización y los resultados del trabajo y desmotivación, que llevan a una incapacidad para dar respuesta a las demandas que exige el mismo, originando un bajo rendimiento laboral.
  • Agotamiento emocional y físico: pérdida progresiva de energía, desgaste y fatiga. Ansiedad, labilidad con tendencia a la irritación, desesperanza y abatimiento.

 

El estrés conlleva alteraciones en la salud mental y física. Es cuando aparecen la ansiedad, la irritabilidad, la disminución en la capacidad de procesar la información, la incapacidad para tomar decisiones, los cambios en el comportamiento, variaciones en el estado anímico, los trastornos del sueño y los de adaptación.

Las técnicas más efectivas para tratar el estrés son entre otras: el Biofeedback o técnicas de autocontrol emocional y mejora de la autoestima; la reestructuración cognitiva; el desarrollo de habilidades de comunicación interpersonal, confrontación y resolución de problemas y la relajación muscular progresiva de Jacobson. Todas estas técnicas son propias de la Terapia Psicológica que ha demostrado una alta eficacia en el afrontamiento del estrés.

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