Uno de los mejores regalos que los padres y las madres pueden ofrecer a los niños es un sentido positivo de sí mismos. Sin él, los niños crecen negativos, dependientes, inseguros, reservados, y además, serán más vulnerables a decir “sí” a las drogas y a abandonar los estudios.
La autoestima incluye todos los sentimientos y creencias que tenemos acerca de nosotros mismos y afecta a todo lo que hacemos en la vida. Es compleja, cambiante y está íntimamente relacionada con nuestro ser.
Los sentimientos positivos hacia nosotros mismos nos permiten desarrollar nuestro potencial, fijar metas, afrontar los problemas, relacionarnos con otros, asumir riesgos, aportar algo a la sociedad y convertirnos en adultos felices y autorrealizados.
El desarrollo de la autoestima en los niños es vital, ya que no nacen con ella, sino que ésta surgirá y crecerá constantemente durante la vida. La autoestima se desarrolla con las experiencias del niño y con las reacciones de los demás. Si tiene experiencias de éxito y recuerda una acción positiva, la autoestima aumenta. Si sufre fracasos y reacciones negativas, entonces disminuye.
El desarrollo de la autoestima no es el resultado de un éxito, de un comentario o de un aprendizaje; es la combinación de un sinnúmero de experiencias, interacciones e información que proviene de fuera. Las experiencias de la vida no serán todas positivas o negativas, pero ciertamente los niños necesitan más encuentros positivos que negativos para desarrollar un autoconcepto positivo.
Lo padres, hermanos, amigos y profesores tienen un profundo impacto en el desarrollo de la autoestima. La manera en que la sociedad ve al niño influye en la manera en que éste se ve a sí mismo. Todos los niños necesitan amor incondicional y confianza en que se les quiera por lo que son y no por lo que hacen.
Los niños con alta autoestima son con frecuencia: optimistas, entusiastas respecto a la vida; confiados; amistosos, interesados por los otros y corteses; felices y con sentido del humor; dispuestos a asumir riesgos y abordar situaciones nuevas; capaces de fijarse metas y de demorar la gratificación; adaptables y flexibles; independientes y auto-directivos; con éxito y orgullo personal en su trabajo; responsables de su tarea; ; preocupados por los demás; serviciales; solucionan los problemas; asertivos, expresan sus opiniones…
En cambio, los niños con baja autoestima suelen presentar estas características: tímidos y temerosos de tratar cosas nuevas, cambiantes y negativos, inseguros, egoístas, de bajo rendimiento, estresados, se quejan y culpan a otros, agresivos y coléricos, reservados y con dificultad para llevarse bien con otros, sumisos, imitadores, se conceden poca importancia a sí mismos, necesitan refuerzo constante...
Sin duda, los padres y las madres pueden hacer mucho por el desarrollo de la autoestima de sus hijos. Algunas de las estrategias que pueden poner en práctica son:
Aunque es cierto que no podemos controlar las fuerzas exteriores, teniendo en cuenta las claves anteriores ayudaremos al desarrollo de la autoestima de nuestros hijos para que sean lo mejor que pueden ser.
Fuente: “Autoestima. ¿Cómo desarrollarla?”, Jean R. Feldman
Psicóloga General Sanitaria AN-05663
Directora del Área de Psicología de Grupo DICTEA.