Se cumple ahora un año desde que la OMS declarara la pandemia mundial a causa del COVID 19. Durante este año nos hemos tenido que adaptar a una nueva situación, hemos tenido que aprender muchas cosas para podernos habituar a un contexto nuevo, diferente y adverso. Nos hemos visto obligados a estar más tiempo en casa, dejar de relacionarnos con nuestros seres queridos tal como veníamos haciéndolo (no poder besar ni abrazar), tener menos planes sociales, llevar mascarilla, aumentar la distancia social y extremar la higiene.
En muchos sectores la forma de trabajar no ha podido ser presencial y hemos tenido que aprender a teletrabajar desde casa. En otros casos se ha perdido el empleo y/o los ingresos se han visto disminuidos.
Por otro lado, quizás, nos ha venido bien para parar la vida tan frenética que llevábamos y poder dedicar más tiempo a nosotros mismos y podernos conocer mejor. Es posible que el Coronavirus también nos haya dado la oportunidad de reflexionar más sobre la vida que llevábamos y la que queremos tener realmente.
Después de un año lo que sí podemos observar es que ha aflorado el cansancio, el nerviosismo, el pesimismo y el desánimo. Doce meses (y lo que nos queda) es mucho tiempo manteniendo una situación adversa. Que en la vida surgen situaciones difíciles que afrontar ya lo sabemos, y que cuánto más capacidad tengamos para salir fortalecido de ellas mejor, también. Pero no es lo mismo vivir una situación negativa que dura poco que cuando ésta se ve mantenida en el tiempo, ya que los perjuicios y secuelas son mayores.
Este virus al que nos enfrentamos es peligroso, nuestra salud e incluso nuestra vida está en riesgo. Es normal que desarrollemos cierta ansiedad ante él- La ansiedad es un mecanismo que tiene nuestro cuerpo para enfrentarse a peligros y sobrevivir. Ante situaciones nuevas o potencialmente peligrosas, nuestro estrés subirá para activar todos nuestros recursos y facilitar nuestra supervivencia.
Ante la amenaza que sentimos al poder sufrir un daño nuestro estrés va a aumentar, y es normal; lo que no es bueno para nosotros es mantener ese estado de estrés porque nuestra salud se puede ver resentida con problemas de sueño, alimentación, bajada del estado de ánimo, inquietud, irritabilidad, miedo, frustración, desmotivación y/o cansancio.
La huella psicológica del coronavirus ha golpeado prácticamente a toda la población y la OMS ya ha establecido el diagnóstico de “fatiga pandémica”, una consecuencia directa de la situación de pandemia mundial que estamos viviendo. Ha aparecido un cansancio derivado del agotamiento que está creando la hipervigilancia y las consecuencias ante un virus que nadie ve, pero que todos sabemos que está ahí.
Esta situación puede hacer que nos sintamos desmotivados y con una sensación de incertidumbre constante y desesperanza hacia el futuro que nos puede generar síntomas de ansiedad o depresión.
Dado que es un hecho que la fatiga pandémica está instaurada entre la mayor parte de la población, ahora toca aceptarlo y cuidarnos más que nunca. A continuación os dejo una serie de recomendaciones de autocuidado para que podáis prevenir o reducir estas sensaciones de malestar.
- Atender nuestro organismo mediante una alimentación saludable, una correcta higiene del sueño y ejercicio físico.
- Cuidar nuestra mente con actividades de ocio tales como leer, cocinar, hacer manualidades o bricolaje, pasear por la naturaleza.
- Mantener el contacto social con amigos y familiares con la precaución que todos sabemos.
- Aceptar las emociones que están aflorando. Identificarlas, normalizarlas y darles el valor que tienen. Ignorarlas o negarlas no es la solución, ya que nos va a perjudicar más aún.
- Vigilar nuestros pensamientos e identificar aquellos que nos hacen daño y cambiarlos, no abandonarnos en ellos.
- Investigar nuevas formas de ocio y entretenimiento que nos pueda ayudar a desconectar.
- Fomentar un dialogo interno positivo, esperanzador y de confianza.
- Limitar el consumo de noticias relacionadas con la pandemia.
Y recordad siempre, aunque cueste, que: “Esto también pasará”, si la vida encierra alguna verdad absoluta es que todo pasa, nada permanece; todo está en constante cambio. ¡Cuidaros mucho!
Ángeles Benítez Rey
Psicóloga de la Salud de Grupo DICTEA
By accepting you will be accessing a service provided by a third-party external to https://www.dictea.es/
C/ Miguel Rodríguez Piñero, Manzana R-1, portal 8, 1º C
Sevilla 41013