Creencias limitantes

¿Cuál es el impacto de nuestras creencias?

Tanto las emociones como los pensamientos tienen una enorme influencia en cómo respondemos ante una determinada situación, en cómo actuamos.

Sin embargo, lo que pensamos no siempre es objetivo ni se corresponde con la verdad absoluta, sino que puede estar condicionado por lo que sentimos en ese momento (las sensaciones desagradables, por ejemplo, nos hacen ser más negativos) o por nuestra propia experiencia o historia, que nos hace interpretar la realidad de una u otra manera. En esta última categoría estarían las creencias o los paradigmas, que forman parte de algo así como nuestro software, y que nos capacitan o nos limitan, según para que cosa.

¿Y qué es una creencia o un paradigma? Pues viene a ser el modo en que vemos el mundo, lo que popularmente llamamos las “gafas” con las que interpretamos la realidad. Las creencias o paradigmas actúan de forma parecida a un filtro fotográfico al condicionar nuestra percepción de la realidad y hacernos verla sólo de una manera determinada de entre otras tantas que también son posibles. Y esas creencias nuestras son tan absolutamente reales para cada uno de nosotros que condicionan nuestro comportamiento y provocan que este sea coherente con la lógica que lo sustenta.

Pero, ¿cómo llegamos a tener estas creencias? Pues se crean a partir de nuestra educación y las experiencias que vivimos, tanto propias como ajenas, desde nuestra infancia. Es decir, nuestro modo de ver el mundo se forma a partir de la familia, la escuela, las amistades; y según nos vamos haciendo mayores, también nos influye la organización para la que trabajamos, nuestros compañeros, los medios de comunicación… Estas creencias y paradigmas tienen poder en lo que hacemos y en la persona en la que nos convertimos, es por ello que se torna esencial aprender a identificarlas y a gestionarlas, al igual que sucede con las emociones.

Asimismo, lo que pensamos también puede limitar nuestras relaciones tanto con los demás como con nosotros mismos.  Es lo que conocemos como prejuicios o etiquetas, que nos predispone a actuar de una manera determinada. Son las propias expectativas que tenemos de nosotros mismos y de los demás lo que hace que nuestras acciones sean las que son.

Por todo ello, se hace recomendable hacer un trabajo de introspección, para saber qué creencias pueden estar determinando tanto nuestra forma de ser como de sentir y actuar. Para ello, te propongo que te pares y te hagas las siguientes preguntas:

– ¿Qué creencias crees que te han ayudado a ser la persona que eres?

– ¿Hay alguna que hayas descubierto como limitante en tu evolución personal y/o profesional?

– ¿Qué mensajes te han permitido mejorar tu autoconocimiento y te han beneficiado para la consecución de tus éxitos?

– ¿Cómo es el lenguaje que utilizas para relacionarte con los demás?, ¿identificas algunas creencias que puedan estar influyendo en tus relaciones?

– ¿Tu dialogo interno, cómo es?, ¿qué creencias están interviniendo en esa conversación que mantienes contigo mismo?

Así, podrás reconocer tus creencias tanto potenciadoras como limitantes que están jugando un papel importante en cómo te manejas en tu vida; y poder cambiarlas si fuera necesario.

Para finalizar y facilitarle la labor, comparto contigo algunas ideas de creencias que te pueden ayudar a identificar las tuyas:

– Soy incapaz

– Siempre me pasa lo mismo

– Es que no me entienden

– Nunca me reconocen nada bueno.

– Solo se fija en lo que hago mal.

– ¡No sé quién se ha creído que es!

– Esto es imposible

– Lo he robado todo…

– Seguro que la próxima vez saldrá mejor.

– Si lo intento lo conseguiré

– Todo tiene solución

– Será una oportunidad para aprender

– Yo no sirvo para esto

Fuente: Rodríguez del Tronco, J; Rodríguez del Tronco, R y Vico García, N. Smart Feedback. Conversaciones para el desarrollo del talento. LID Editorial, 2017.

 

Ángeles Benítez Rey

Psicóloga de la Salud de Grupo DICTEA

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